
Unai Emery ordenó al equipo en un 4-2-3-1 con Adrien Rabiot y Marco Verratti en la sala de máquinas y Javier Pastore en la mediapunta. En defensa jugaron los tres brasileños (Thiago Silva, Marquinhos y Maxwell) más Serge Aurier. Arriba, Edison Cavani en punta con Ángel di Maria y Julian Draxler en ambos costados.
Bruno Genesio dispuso un 4-4-2. En defensa de derecha a izquierda, Rafael da Silva, Mouctar Diakhaby, Mapou Yanga-Mbiwa y Jérémy Morel. Con Maxime Gonalons y Corentin Tolisso como interiores y Mathieu Valbuena más Memphis Depay en las alas. Arriba, doble punta formada por Nabil Fekir y Alexandre Lacazette
El comienzo del encuentro fue frenético. Tanto PSG como Olympique de Lyon buscaban apretar desde muy arriba. Mientras los del sudeste lanzaban en largo sin arriesgar en zonas peligrosas, los de la capital sí querían comenzar con el balón jugado, pero los dos puntas visitantes trabajaban sobre los jóvenes mediocentros locales impidiendo que recibieran y giraran, ocasionando un grave prejuicio para éstos pues no lograban elaborar una salida limpia derivando en demasiadas pérdidas en zonas peligrosas.
En los primeros minutos, el PSG realizó una deficiente defensa de los córners al primer palo.
Esta locura inicial repercutió negativamente en la defensa de los córners del PSG, que en 8 minutos recibió un gol y estuvo a punto de recibir otro con dos acciones similares, la defensa del primer palo. El 0-1 llegó de esta manera, tras prolongar Rafael en primer palo para que Lacazette solo tenga que empujar a gol en el segundo palo tras ganar la posición a Maxwell.
El PSG estaba obligado a ganar para no perder la estela del Monaco, y para hacerlo debía superar la asfixiante presión visitante, que estaba siendo muy efectiva. El entramado defensivo lo desmontaron entre Julian Draxler y Serge Aurier. El alemán (de mucho más a menos) recibía entre líneas girando la defensa y el costa marfileño con sus conducciones eliminaba rivales y desordenaba la defensa
Con el paso de los minutos, el vigente campeón vio que por la banda derecha del ataque lograban dañar a un Olympique de Lyon que se encontraba en desventaja por ese sector ya que al mal partido de Jérémy Morel se sumaba al poco retorno de Mephis Depay. Tales circunstancias fueron aprovechadas por un Serge Aurier muy profundo apoyado por Di Maria, que recibía cercano al lateral rival y contemporizaba hasta que el marfileño le doblaba como una exhalación.
Fue por la derecha por donde el PSG logró igualar el marcador en una triangulación preciosa y precisa de Di María y Pastore dentro del área, el ex del Palermo apuró línea de fondo y su pase de la muerte lo remachó Rabiot en el segundo palo que se había incorporado desde segunda línea y ningún defensor se encargó de vigilar su llegada.
Tras el 2-1, el PSG pese a seguir presionando optó por replegar pero siempre con la línea defensiva 10 metros por delante del área, quizás si Lacazette hubiera permanecido todo el encuentro en el campo, este plan no habría sido posible.
Fue por la derecha por donde el PSG logró igualar el marcador en una triangulación preciosa y precisa de Di María y Pastore dentro del área, el ex del Palermo apuró línea de fondo y su pase de la muerte lo remachó Rabiot en el segundo palo que se había incorporado desde segunda línea y ningún defensor se encargó de vigilar su llegada.
Con el 1-1 el Lyon renunció al planteamiento inicial que le hacía ser superior.Tras el gol el PSG mantuvo el guión de los minutos precedentes, pero el Olympique de Lyon sintió miedo y renunció al plan que en los primeros 15 minutos tantos réditos estaba aportándole. Su juego se caracterizó por el dinamismo de extremos y delanteros, pues mientras Valbuena y Depay hacían las diagonales, Fekir y Lacazette rellenaban las bandas para no estrechar el campo.
Tras el 2-1, el PSG pese a seguir presionando optó por replegar pero siempre con la línea defensiva 10 metros por delante del área, quizás si Lacazette hubiera permanecido todo el encuentro en el campo, este plan no habría sido posible.
Hay que detenerse en Javier Pastore. El argentino cuajó un encuentro de nivel sobresaliente, y no solo por las dos asistencias repartidas, si no por lo completo que fue su encuentro. Desde la mediapunta sabía donde posicionarse para sumar recepciones muy peligrosas entre líneas obligando al doble pivote rival a girarse pero cuando lo hacían, él ya estaba o encarando los centrales o ya había generado una ocasión con su pase. Mostró mucho criterio para mezclar pases cortos que ayudaban a asentar la posesión con pases más arriesgados que rompían la línea defensiva.
La posesión perteneció al Paris Saint Germain.
El dominio, también fue para los parisinos.